|
home |
| bio |
| company |
| work |
| projects |
| photos |
| video |
| music |
| travel |
| shop |
| tools |
| links |
| aim |
| contact
Conexão Lisboa-Manaus
Faltam apenas
para a Grande Dança das Tribos começar!
«El encierro en la jaula de su propria carne»
segunda-feira, janeiro 15, 2007
Siempre me ha maravillado la elocuencia de nuestros cuerpos. En el caso de lo sobrepeso parece enviar un mensaje claro: el encierro en la jaula de su propia carne. Sepultada dentro de su obesidad, deja de ser una mujer adulta y atractiva y se convierte en una especie de niña regordeta. Es una regresión y una protección. Es la tentación de rendirse y no luchar.
Ese mismo impulso lo he visto en otra gente. Por ejemplo, estoy convencida de que muchos obesos, hombres y mujeres, lo son porque, inconscientemente, han decidido poner una muralla de grasa entre ellos y el deseo sexual, tanto el propio como el de los demás. (...) En ponerte redondo también estás abandonando de algún modo el mercado erótico. Se acabó el riesgo de enamorarse de alguien, la amargura de no ser correspondido, el miedo a la derrota. Porque, paradójicamente, si te das por fracasado desde el principio, parece que las cosas ya no pueden herirte. Pero no se trata sólo de comer o no comer. La tentación del fracaso abarca todas las actividades humanas y es algo verdaderamente muy común. (...) Es el miedo a la felicidad, el cansancio de la lucha constante por la vida, el vértigo ante el posible sufrimiento. En la mayoría de las personas, esa tentación del fracaso es combatida y superada cada día. Pero los psicólogos saben que muchos individuos no se permiten el éxito y se convierten en los mayores enemigos de sí mismos, en los principales saboteadores de sus propios esfuerzos. Los humanos somos unos bichos tan malditamente complicados, tan desequilibrados y contradictorios, que podemos pasarnos toda la vida creyendo que deseamos algo con todas nuestras fuerzas, cuando en realidad estamos invirtiendo toda nuestra energía en conseguir que ese deseo no salga adelante. (...) Hay mil maneras de fastidiarse uno la vida, todas ellas enmascaradas con estupendas y convincentes explicaciones.
(...) Es verdad que uno debe de sentirse muy libre cuando no tiene nada que perder. Pero es una libertad que cuesta demasiado, una ligereza de equipaje muy poco envidiable, semejante a la del muerto en el cementerio. Vivir conlleva siempre un riesgo, un reto y un dolor. Imposible vivir una vida digna de tal nombre sin aceptar de entrada esos ingredientes. Sí, es cierto: a menudo sientes que se agita dentro de ti el pequeño gusano de la rendición. Por qué seguir insistiendo en enamorarte. Por qué seguir peleándote para conseguir montar tu propia empresa. Por qué continuar tiñéndote el pelo, haciendo deporte, cuidando la dieta. Por qué esforzarte en ser actor, o fotógrafa, o corredor de motos, esas vocaciones tan duras y difíciles, en vez de apoltronarte en un empleo seguro dentro de un banco. Y así sucesivamente. Es tentador rendirse, fracasar de entrada y sin luchar, antes de que te fracasen los demás. Pero es una elección bastante estúpida. Porque el único fracaso irremediable y verdadero es no vivir; y porque el miedo al dolor es siempre peor que el dolor mismo.
por Rosa Montero
posted by Margarida C. on 11:48 da tarde
|
|
maystar design